La chica urbana (en cuarentena): Virus de sábado por la noche
Un nuevo capítulo de una serie de eventos desafortunados donde la ciudad, sus historias y sus contextos se ven desde un punto de vista diferente.
Por La Chica Urbana
@ChicaCronica
Capítulo 22
La llegada de la vacuna contra el coronavirus es inminente. Tanto, que pensamos que nuestra pesadilla está llegando a su fin y comenzamos a relajarnos, a ponernos cómodos, a distendernos. Pero de esta película apocalíptica todavía no vimos los créditos finales, más bien estamos recién por la mitad.
Y mientras nos relajamos y vamos sintiéndonos cómodos en esta "nueva normalidad", hay quienes están demasiado relajados y tienen el coraje, o más bien la boludez, de no usar cubrebocas.
Mal usado o directamente no usado, parece ser un modo desenfrenado de arrojarse a un precipicio con otros tantos al mismo tiempo. Una especie de suicidio llevándose consigo a otros, para no sentirse tan solo…
Si en sus oficinas no utilizan cubrebocas, apliquen esta técnica ���� pic.twitter.com/SdSCWfHlM1
— Korno Espinosa (@korno) November 14, 2020
Podés ponerte unos auriculares de dos kilos y medio apretándote la cabeza, con un cable que podría ahorcarte si lo enganchás en algún lado accidentalmente pero no sos capaz de usar un pedazo de tela que te cubra la boca para que no te contagies ni contagies. ¡Es mucho esfuerzo!
Si te duelen las orejas pensá en todo lo que tuvo que sufrir Dumbo con las suyas, y se te pasa. Si un dibujo animado pudo vos también podés. ¡Animate!
En la calle, en los supermercados, en los transportes públicos, en todos lados. Siempre hay uno, como mínimo, que da la nota y destaca. Vas mirando todo como si fueras un escáner y cuando lo ves, ahí entre los demás, flojo, desprejuiciado, canchero, sin su cubrebocas, te explota la matrix y tu mente hace un reinicio para no estallar.
Hay quienes no quieren usar cubrebocas y hasta se mofan de no hacerlo.
— Tezcatlipaco (@huidobropacorro) November 14, 2020
Esos, lo que realmente necesitan, es un bozal.
Nos relajamos y claro, todo eso de lo que estábamos pendientes comenzamos a olvidarlo y no nos importa más nada. ¡Nueves meses es mucho tiempo! ¿Pero de verdad podés pensar que todo ya terminó? ¿Qué nada te puede pasar ni a vos y ni a los demás, si no usás barbijo?
Las calles y sus negocios, repletas de carteles recomendando el uso del tapabocas pero con eso no alcanza. Parece que hay que encender en el cielo un anuncio para que entendamos, como el que le hace el comisario Gordon a Batman. ¡No es mala!
Insistimos como loros sobre “mi yo”, “mi libertad” y “mi ombligo”. El “yo hago lo que quiero” es la impunidad de la ignorancia o la ignorancia de la impunidad.

Basta ver cómo hay personas que pasan amontonadas, sin barbijo y a los gritos, por al lado de una pareja que está cenando un sábado a la noche, con todos los protocolos y distanciada en la vereda de un bar, para darnos cuenta que el peligro está cerca. Muy cerca…
¡Amontonados y hablando a su lado a los gritos! Bien pegaditos a la mesa... Una hermosa forma de ver en cámara lenta como un posible positivo expande partículas por el aire que cae sobre la pareja, bendiciéndolos con un virus que se convirtió en pandemia, que provoca la muerte de cientos y el contagio de millones todos los días.
Vos limpiás con la alcohol la mesa, las sillas, los vasos, los cubiertos y hasta el centro de mesa del restaurante para que venga una manada de locos y te sirva coronavirus de entrada.
Está claro que de ahí se van a una fiesta de clandestina. ¡Ay las fiestas clandestinas...! Un capítulo para La Chica Urbana, aparte.
Todos debemos usar cubrebocas, por favor pic.twitter.com/hKw9C8jUOH
— En cuarentena ���� �� (@rockavirus2020) November 14, 2020
Esto no se terminó y así pareciera que no se va a terminar más. Que de eso que nos quejamos, el tiempo, se va a hacer más eterno todavía. Imposible avanzar si todo el tiempo te están llevando de nuevo para atrás. Es el “marche preso” del Juego de la Vida una y otra vez.
Volvió la presencialidad al teatro, hubo reapertura de bares y restaurantes, algunos chicos están volviendo a las aulas, ya no se necesita permiso para circular y hasta abrieron casinos y el hipódromo. Festejamos la vuelta y de forma paulatina vamos volviendo a nuestras antiguas vidas, pero la irresponsabilidad no se negocia.
Lo que es bueno podría ser mejor si cada uno tapara su boca con lo que corresponde y adecuadamente. Es fácil de poner y salva vidas. Si te da fiaca, te lo olvidás o no estás de acuerdo, le importa muy poco al mundo.
Desde cubrir tus dientes que no te gustan hasta descargar en alguien una puteada silenciosa sin que se de cuenta, el tapabocas tiene más utilidades de las que uno pueda imaginar. Un poco de creatividad, diversión y empatía ayuda a salvar vidas, del Covid-19 y de tu irresponsabilidad.
C.U.